El proceso de trabajo de estas piezas lo
realizamos de manera artesanal, usando las antiguas técnicas del Califato de
Córdoba y reinos Taifas.
Arquitectos y
artesanos conjuntados con el espíritu cordobés de crear un nuevo arte, que
asimilara el sustrato romano con el occidentalizado espíritu del Califato
cordobés e inserto en la tradición oriental de la que nacía.
En Alfar Wallada usamos una arcilla roja
similar a las antiguas arcillas autóctonas y donde aún permanecen enterrados
los hornos califales destruidos por la fitna (guerra civil), bajo el subsuelo
de la populosa urbe medieval que fue Córdoba y de la palatina ciudad de
Al-Zahra.
Una vez la pieza
se ha secado, pasa al horno para una primera cocción. Tras el bizcochado la
bañamos en una mezcla de tierras y esmaltes, recetas de tradición oriental que
se usaron en la corte cordobesa, foco innovador de motivos, técnicas y formas.
La decoración consiste en pintar con óxido de
cobre(tonos verdes) y óxido de manganeso(morado-negro) los motivos
epigráficos(al-mulk, baraka), geométricos, florales y de animales. No
es muy inusual hallar restos fragmentados de verde manganeso (Plato del arquero
y otros personajes) donde se reproduce la figura humana con trazo simplista.
El perfilado en manganeso delimita zonas verdes y oscuras en una paleta tricolor
donde el blanco símbolo de los omeyas, prevalece a menudo positivado y se
complementa con el verde y oscuro de manganeso en alternancia de luces y sombras.
Los motivos y formas investigadas y
recopiladas a lo largo de de varias década(años ochenta) en el Alfar Wallada,
con ésta exclusiva dedicación, reflejan la simbología de la época de esplendor
cordobés: el arte califal. Época de encuentros y asimilación de influencias
persas, bizantinas, junto al sustrato hispanorromano. Las técnicas de Egipto y
de la lejana China. Todo conjuntado en el peculiar universo donde convivieron
las diferentes culturas y religiones de Al-Ándalus.
José Luis Parra Jurado